lunes, 9 de febrero de 2015

Muerto 45 minutos


El chico cayó a un lago helado, su temperatura era de 31 °C

Estuvo muerto 45 minutos: cuando llegó su madre, gritó ayuda al Espíritu Santo y el corazón latió

Estuvo muerto 45 minutos: cuando llegó su madre, gritó ayuda al Espíritu Santo y el corazón latió
John Smith, rodeado de su familiares y del equipo médico que le trató.
Actualizado 8 febrero 2015
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El pasado 19 de enero, un hombre caminaba cerca de uno de los lagos de Lake St Louis (ciudad cercana a St Louis, Missouri, Estados Unidos) cuando vio tres niños jugando sobre su delgada superficie helada. Les advirtió del peligro y les dijo que salieran. Los chicos obedecieron, pero cuando caminaban hacia la orilla, la advertencia se cumplió y desaparecieron en el agua.

Un cuarto de hora a 4°C
Cuando llegaron los servicios de rescate, rápidamente avisados, uno de ellos estaba casi en la orilla y otro se mantenía sobre el hielo, pero el tercero... seguía en el agua. Según declaró el jefe de bomberos, Chris Fay, al canal local KSDK (afiliado a la NBC), tardaron entre 13 y 15 minutos en sacarle. Los sanitarios le encontraron sin pulso, aunque consiguieron recuperar "algunos signos de vida" y le llevaron al Hospital Infantil San José.

Allí el médico que recibió en el servicio de urgencias a John Smith, de 14 años, era casualmente Kent Sutterer, padre de una compañera de John en la Living Word Christian School: "La idea que me hice fue muy triste, porque había muy pocas posibilidades de supervivencia", explica el doctor, quien registró su temperatura y era de unos peligrosos 31,1°C.


Una de las deportivas de los chicos quedó en la superficie del lago, como testigo de la tragedia... que no llegó a suceder.

Se pusieron manos a la obra y estuvieron 27 minutos realizando maniobras de resucitación cardiopulmonar, que se sumaron a las que el equipo de emergencias había realizado desde el momento en el que le sacaron del agua y durante su traslado al centro hospitalario.

Invocación al Espíritu Santo
"Estuvo muerto durante 45 minutos", afirma el doctor Sutterer. Fue entonces cuando salió a hablar con su madre, Joyce, que ya había llegado, para trasladarle las pésimas perspectivas e invitarla a entrar en la habitación y ver a su hijo.

Y sucedió lo inesperado.

Al entrar la señora Smith en la sala de resucitación, "empezó a rezar a voces", evoca el médico. "No recuerdo qué dije", afirma Joyce, "pero sí que grité «¡¡Dios Santo!! ¡¡Por favor, envía a tu Espíritu Santo a salvar a mi hijo!! ¡¡Quiero a mi hijo, por favor, sálvale!!» Hasta ese momento no habían tenido pulso, y de repente les escuché decir: «¡Tenemos pulso, tenemos pulso!»".


Brian y Joyce, los padres de John.

"Uno o dos minutos después, su corazón funcionaba de nuevo", dice Sutterer, quien no duda en añadir: "Su corazón arrancó cuando el Espíritu Santo escuchó la oración de su madre".

Ni rastro de lesiones graves
Pero eso aún no implicaba victoria, porque las lesiones causadas por la hipotermia y por la falta de riego sanguíneo podían ser devastadoras y todavía presentaba síntomas incompatibles con la vida. Dos horas después del accidente, John fue transportado por vía aérea al Centro Médico Infantil Cardenal Glennon para su mejor observación y tratamiento.

Allí le atendió el doctor Jeremy Garrett, veterano pediatra intensivista, quien, a pesar de que le recibió ya con pulso, va más lejos que Sutterer a la vista del estado interno que se esperaba encontrar y el shock circulatorio: "Es un auténtico milagro". Aunque la inmersión en agua helada puede preservar la función cerebral en pacientes con problemas de corazón, explica, "eso no tendría que haber funcionado en el caso de John", pues no sucedió de manera controlada: "Por lo cual, que el cerebro de John se haya enfriado protegiéndose así de la falta de riego sanguíneo y de oxígeno, es un milagro en sí mismo".


Los doctores Jeremy Garrett (izquierda), pediatra intensivista, y Kent Sutterer (derecha), médico de urgencias, coinciden en señalar como "milagro" que John sobreviviese a lo que le pasó.

La familia intensificó sus rezos, y el martes 20 hizo una declaración pública ante el interés que había suscitado lo acontecido: "Confiamos en Dios para su curación. Hemos visto el poder de la oración. Pedimos oraciones por nuestro hijo".


John Smith, cuando compareció ante los medios, ya recuperado.

Lebron James vs Michael Jordan
Y ni siquiera el experimentado Garrett esperaba lo que sucedió: 48 horas después del accidente, John abrió los ojos. El doctor le hizo un reconocimiento neurológico aprovechándose de la pasión del chico, el baloncesto: "Le dije, imagina que tu mano izquierda es Lebron James y tu mano derecha es Michael Jordan. Luego les hice una serie de preguntas y las respondió todas perfectamente".


Los compañeros del equipo de baloncesto de John le visitaron en el Hospital Cardenal Glennon.

Al cabo de dos semanas de estar al borde de la muerte por hipotermia y parada cardiorrespiratoria prolongada, y tras recuperar mediante rehabilitación parte de la movilidad perdida de las manos, John recibió el alta y se fue a su casa.

"Voy a seguir lo que Dios tenga preparado para mí"
Y ¿qué dice él de todo esto? "Para ser honesto, no recuerdo mucho, aunque sí recuerdo los tubos", dice el joven, a quien no ha faltado la compañía del pastor de su comunidad, Jason Noble: "Sabía que había un montón de gente ahí en un rincón rezando por mí. Y escuchando lo que dicen los médicos, estoy sorprendido del resultado. Es un milagro que esté vivo, y doy gracias a Dios por estar vivo. Y debe de haber una razón por la que estoy vivo, así que voy a seguir lo que Dios tenga preparado para mí durante toda mi vida".

Su padre Brian, está también convencido de que alguna intervención sobrenatural hubo: "Sé que no encaja en nuestras estrechas mentes actuales, pero... no puedes negar la evidencia clínica".

miércoles, 31 de julio de 2013

El caso de Rafael Peralta


 Humanoides en la costa, el encuentro de Rafael Peralta


[Peralta.JPG]Debido al enorme número de casos de avistamientos de ovnis en todo el mundo, los investigadores del fenómeno nos hemos visto en la necesidad de establecer unos criterios de clasificación con los que agrupar los casos, para poder analizarlos con mayor precisión y poder sacar conclusiones con más objetividad. El primer criterio de clasificación es la distancia entre el testigo y el supuesto objeto observado, lo que supone que existen dos tipos de avistamientos: lejanos y cercanos. Los avistamientos lejanos, analizados aisladamente, carecen de especial interés porque aportan escasa información sobre el objeto y porque se prestan en demasía a ser el resultado de algún error de percepción. Por su parte, los avistamientos cercanos se subdividen en cuatro categorías o tipos, según si el objeto está en vuelo (1º), si está aterrizado (2º), si está aterrizado y son perceptibles seres asociados a él (3º), y si el observador supuestamente interacciona con el objeto (4º).

Cuanto más complejo es el caso, más llamativo resulta para los investigadores y más atracción ejerce sobre los medios de comunicación, aunque existen otras circunstancias que elevan ese interés. Es eso lo que ocurre con el caso acaecido en nuestra provincia en julio de 1982, un avistamiento cercano del tercer tipo que, además, estuvo protagonizado por un personaje famoso: Rafael Peralta, una figura del arte del rejoneo. Con el aliciente añadido de la popularidad del protagonista, el caso fue muy divulgado en su momento, aunque al principio Peralta sólo relató los hechos a su familia. Cuando la información trascendió el círculo familiar y llegó a los medios de comunicación, el prestigioso investigador Juan José Benítez estudió a fondo el caso, incluyéndolo en alguno de sus libros sobre temática ufológica.

Rafael Peralta contaba en aquel momento con cuarenta y tres años de edad. En la tarde del domingo veinticinco de julio de 1982 toreó en la plaza de La Línea de la Concepción. Tras la corrida acompañó a su cuadrilla hasta la capital hispalense. Desde allí, Peralta se dirigió en su vehículo, un potente Mercedes, hacia Punta Umbría, población en la que se encontraba veraneando su familia. El trayecto de Sevilla a Punta lo realizó solo. Sobre las cuatro de la madrugada, cuando se acercaba al cruce de La Bota, observó unas luces rojas y amarillas intermitentes junto al ramal de carretera que sale del cruce en dirección a Punta Umbría, sobre la arena, en el lado que da al mar. El afamado torero pensó que se trataba de algún accidente de tráfico, por lo que aminoró la velocidad del coche hasta detenerse a unos veinte metros del lugar en que estaban las luces.


Peralta se apeó y caminó hacia las luces con el propósito de prestar ayuda a los posibles accidentados. Cuando se acercaba, comprobó estupefacto que no se trataba de ningún accidente de tráfico. Según su testimonio, allí lo que había era un objeto casi cuadrado con las aristas redondeadas, de unos cinco o seis metros de largo por tres o cuatro de alto, con un brillo plateado muy intenso. El conocido rejoneador se paró a medio camino con la certeza de que aquello no era algo normal. Al detenerse reparó en otro detalle. A la derecha del objeto, Rafael descubrió a un individuo muy alto, de más de dos metros y medio, que se encontraba frente a él. Aquel ser parecía no tener brazos, ni cabellos, ni facciones. Su cabeza parecía como cubierta con una especie de malla metálica y era cuadrada. Las piernas parecían partir de más abajo de las ingles. Nuestro hombre no daba crédito a lo que veía.
El extraño ser emitió un sonido gutural, seco, entrecortado y con cierto tono metálico. Rafael oyó algo así como “ba-ra-ra-rá”, y no entendió absolutamente nada, por lo que le preguntó al personaje “¿qué dices?”. No obtuvo respuesta. El humanoide se adentró en el objeto sin que el rejoneador acertara a captar ni cómo, ni por dónde. Seguidamente el objeto se elevó y, siempre en silencio, se dirigió hacia el mar. Peralta volvió al coche y durante unos minutos buscó las llaves, pues con el nerviosismo no recordaba dónde las había dejado. Cuando por fin las encontró, arrancó el vehículo y puso rumbo a su casa, a donde llegó invadido por un miedo que no lo dejó dormir en toda la noche. Su reloj se había quedado parado a las cuatro y pico, y no volvió a funcionar hasta pasados varios días.
Curiosamente, el catorce de ese mismo mes se había producido algún avistamiento de ovnis en la misma zona. Pasadas las tres de la madrugada, unos veraneantes madrileños vieron en el mismo cruce un objeto que evolucionaba sobre el mar. Al llegar a Punta Umbría alertaron a varios vecinos que fueron así también testigos de las maniobras del objeto, que en ocasiones descendía hasta casi tocar la superficie del agua, iluminándola con potencia.





sábado, 13 de julio de 2013

Un bebé resucita en Brasil

En Londrina (Brasil), a los pies de San José y la Virgen
Una bebé pasa 3 horas muerta, está en la capilla del hospital: cuando vienen con el ataúd ¡vive!
Un bebé duerme
Actualizado 13 julio 2013
 
Como con San Felipe Neri pero en California: con la defunción ya firmada, despierta para confesarse
¡Feliz nacimiento! 10 partos con milagros modernos oficialmente aprobados por la Iglesia
El mundo católico se ha asombrado al conocer el milagro atribuido a Álvaro del Portillo, por cuya intercesión volvió a la vida un bebé recién nacido, después de 30 minutos sin actividad cardíaca, en un hospital de Chile en 2003.

Pero en esta misma semana en que se difundió el caso del bebé chileno, se ha producido un caso aún más impresionante: Yasmin Gomes, una bebé sin respiración ni latido cardíaco, que volvió a la vida tres horas después de que se firmase su certificado de defunción, mientras el cuerpo descansaba en la capilla del hospital.

Y ha sucedido en un Brasil que se prepara para recibir la JMJ, y en una América Latina que debate sobre el aborto más que nunca.

Milagro sin oración... pero en una capilla
En el caso de Chile, la oración fervorosa de la madre, que invocaba la intercesión celestial del sacerdote Álvaro del Portillo, colaborador de San Josemaría Escribá, "forzó" el milagro.

En el caso de Brasil, ni hubo oración fervorosa ni se pidió la intercesión de un santo. La bebé, de repente, movió una piernita. Una gracia absolutamente gratuita.

Nació viva, y murió enseguida
La pequeña Yasmin Gomes, hija de Jennifer Da Silva (22 años) y Cleverson Carlos Gomes (26 años) nació el martes 9 de julio de 2013 en el Hospital Lincoln Graca (Londrina, sur de Brasil). Nació viva en un parto normal, pero nada más nacer sufrió una parada respiratoria.

Y murió.

Eso dice el doctor Aurelio Filipak, quien luchó por salvar a Yasmin y firmó el acta de defunción.

También lo dice la enfermera que colaboró en el parto, Ana Claudia Oliveira. Y el equipo de reanimación. La niña estaba muerta. No respiraba. Su corazón no se movía. Durante una hora intentaron reanimarla, y no reaccionó. Por eso firmaron el acta de defunción a las 11 de la mañana.

Por compasión, a la capilla
A la enfermera Oliveira le daba mucha pena llevar el cuerpo a la morgue, según explicó al noticiario brasileño Tanosite.com. Pidió el cuerpo para cuidarlo mientras llegaba la funeraria, para depositarlo, en vela, en la capilla del hospital, una capilla con su crucifijo, su sagrario, su Virgen María y su San José con Niño en los brazos (la que se ve en la foto bajo estas líneas).



La enfermera Oliveira lavó el cuerpo de la niña, la vistió... y está segura: la niña estaba muerta.

"Puedo asegurar que estaba muerta; sus pupilas no respondían a la luz. Lo vi con mis propios ojos. Estaba completamente azul, muerta", detalla.

Los padres, destrozados
La madre de la niña, Jennifer da Silva, estaba destrozada: "mi mundo se hundió, era mi momento más desesperado, todos mis sueños me eran robados".

El padre, Cleverson Carlos Gomes, vio por primera vez a la niña ya muerta, en la capilla: "Vi el cuerpo pálido, sin vida de mi hija. No pude quedarme allí. Salí corriendo de la capilla, llorando", recuerda.

Y ahí quedó el cuerpo de la bebé, bajo la mirada de la Virgen y San José en la capilla, desde las 11 de la mañana a las 2 de la tarde. Tres horas sin vida.

Y la niña pataleó
Fue entonces cuando llegó la abuela, Elza Silva, con un amiga, dueña de una funeraria, Rosilis Ferro, trayendo un ataúd de bebé. Y cuando iban a coger al cuerpo del bebé, ¡pataleó con una piernita! Rosilis Ferro lo vio y lo cuenta: "fue un momento muy emocionante; empecé a temblar, no podía hablar, abrumada por la felicidad. Llamé a una enfermera que al principio no se lo creía. Nos dijo que eran sólo espasmos. Y entonces la bebé abrió los ojos".

Jennifer, la mamá, estaba recibiendo condolencias de sus familiares cuando una enfermera entró en la habitación gritando: "¡tu hija está viva!"
Jennifer dice que "al principio no reaccioné, no sabía qué pensar. Empecé a marearme. Pero después ya no pude contener mi felicidad".

El equipo médico llevó a la pequeña a la unidad de cuidados intensivos del cercano hospital infantil Sagrada Familia, donde se estabilizó. A la niña Yasmín, vencedora de la muerte, quieren cambiarle el nombre para que se llame Victoria.

"Los que estábamos, sabemos lo que pasó"
Y el doctor Aurelio Filipak (en la foto bajo estas líneas), que luchó durante una hora por salvarla y firmó la defunción, declara: "La gente puede hacer sus conclusiones, pero solo los que estábamos ahí sabemos lo que pasó. En 20 años de medicina nunca he visto nada similar. Todo el equipo, el monitor cardíaco, el oxímetro, todo mostraba que ella no respiraba ni tenía latido en el corazón".



Jennifer, la madre, lo encaja con buena teología, de aceptación y gratuidad. "No hay explicación a los milagros, suceden según quiera Dios", asegura. "Si hubiera sido su voluntad que muriese nuestra hija, lo habríamos aceptado. Pero la trajo de vuelta, así que debe haber un propósito superior para todo esto".